Vivencias que dejan huellas

Cada día se forja una historia en nuestras vidas con diferentes situaciones que nos van sucediendo, sin embargo sólo algunas van dejando huellas en nuestra memoria.

Dolor Explícito


Otra vez en el mismo punto, con la misma canción y sentada en la misma posición. Sin haberlo notado ya estabas junto a mí, y sin quererlo, ya te habías echo parte de mí. Te es tan fácil aparecer y desaparecer de mi vida como si nada. Llegas sin avisar y de la misma forma te vas, provocando un tumulto de emociones en mi ser. No me explico como puedes causar tantas cosas en mí. Me duele tu presencia y a ti, eso te da lo mismo, afectas mi bienestar. Sin que aparezcas por completo ya te siento, día y noche, acompañándome en todo momento, y aunque te trate de arrancar, es peor, más dolor me causas, dejando tu marca en mi vida. No quiero más de tus huellas, ya me basta con las que tengo. No te imaginas cuanto me afecta tu presencia, necesitando incluso de medicina para poder olvidarme de ti y que desaparezcas de mi vida por completo, y aunque se que eso tal vez pueda ser difícil, anhelo con vehemencia estar lejos de ti. No te necesito, vivo y sobrevivo sin tenerte inserto en mi vida. ¿Es tan difícil de entender eso?, que tienes que volver una y otra vez. Escucho tu nombre por todos lados, como si no fuera suficiente tener que sentirte en mi casa, ahora en todo lugar oigo de ti. Esto es una tortura, ¿que no lo comprendes? Es tan corto el tiempo en que no se de ti, pero soy feliz, y tu, arrebatas mi alegría y te la echas al bolsillo. Aunque me esconda, descubres sin dificultad donde estoy, escogiendo el lugar más estratégico para dejarte caer. Cómo desearía no haberte conocido, sin embargo fue mayor que yo, no dependía ya de mí el haberme topado contigo, y todo estaba dispuesto para conocerte, en el peor momento apareciste en mi vida, y ahora no me puedo escapar de ti. Espinilla perversa que escoges los lugares más vistosos para aparecer, primero ciega, causando mucho dolor, y luego, como si eso no bastará, a la vista de todos, de forma explícita, mostrando ese color amarillo que te caracteriza, pero que no combina con mi piel. Infeliz, déjame tranquila, y aléjate de mi, porque aunque no te guste, llegara el día en que por fin me deshaga de ti definitivamente… jejejeje

Heridas del Alma



Creemos que el tiempo es quién se encarga de borrar aquellas historias que cambiaron el curso de nuestras vidas, sin embargo éstas se transforman en parte de nuestro presente, y aún así, tratando de ser parte de nuestro futuro, puesto que las evocamos sin siquiera saberlo, y las traemos de vuelta, sólo que en otro contexto. Son aquellos acontecimientos que por más guardados que los tengamos, fluyen de manera implícita en nuestro actuar. Te relacionas de una forma debido a un pasado que se forjó ante tí, el que quieras o no dejó su huella y hoy te enfrentas a la vida según aquello que ya pasó, y aunque creías olvidado, en secreto, pasado, sale a la luz, haciendo manifiesto su influir en tu conducta. Te das cuenta que te cuesta dejar de lado lo que se tatuó en lo más profundo de tu corazón, y aunque tratas de responder de diferente manera frente a un estímulo que te parece ya haber vivido, vuelves a lo mismo y terminas reaccionando de la misma forma, bloqueándote por completo a lo nuevo que esta frente a tí. Tratas de arrancar de esa situación, intentando olvidar olores, imágenes, todo lo que te pueda llevar al retroceso de tu caminar, pero es difícil, es algo que va más allá de tí, te supera, y cuando por fin sientes que puedes, algo sucede, enviándote al mismo lugar del que te ha costado salir. Tantas heridas que nos cuesta sanar, ¿Por qué? Porque creemos que está en nuestras manos mudar el dolor del pasado, intentamos por diferentes medios borrar esas heridas, hasta anular lo que duele cuando sientes que vuelve, o simplemente te conformas con ese estado de inercia y vives día y noche siendo alguien sin sueños ni esperanzas, alguien que dejó de lado todo lo que de niño imagino vivir, todo lo que vislumbró, y hoy, ya no puedes cumplir. Pero es posible, cuando dejas que Dios se encargue de eso y le muestras aquello que aún, pasando los años, te sigue doliendo, sigue sangrando. Cuando tomas conciencia de tu situación y decides salir y que él cambie tu vivir. Cuando decides que él tome el control de tu vida y por sobre todo de tu corazón. No niego que vuelves a sentir el dolor, que revives lo que pasó, pero es porque estas dejando que Dios sea quién ingrese en ese lugar oculto, aquello que quisiste borrar de tu mente, restaurando y renovando lo que ahí hay, cicatrizando tu herida … No dejes que el miedo te paralice, sino que lánzate en los brazos de aquel que dio su vida, sólo por tí. Cuando estés ahí, sentirás la verdadera libertad.

Decisiones


En medio de la noche me dispongo a escribir y poder plasmar todo lo que en este momento da vueltas en mi cabeza. Sensaciones, ilusiones, temores, recuerdos, incluso imágenes que forman parte de este querer dar a conocer a través de una hoja en blanco parte de lo que hay tras aquello que se puede ver, lo escondido en lo recóndito de un corazón que en ciertas oportunidades palpita con una mayor frecuencia debido a situaciones esperadas o inesperadas, pero que dejan su huella en mi memoria. Y así, en medio de todo esto voy hilando oraciones, tratando de ordenar lo que hay. Con suave música de fondo, dando armonía a mi estadía, continúo en esto. Son muchos los momentos que se vienen a mi mente, los que sin la necesidad de evocar con esfuerzo salen a flote y quieren transportarse a esta hoja. Sin embargo creo que a veces es necesario dejar escondido, o tal vez no escondido, pero si en secreto lo que no sólo me afecta a mí, sino que también a ti, de quien son muchas de las instancias que hoy vuelvo a revivir. Fácil resulta volver a vivir lo que ya sucedió, y más aún cuando nos damos cuenta que en este recorrer rincones pasados, nos trasladamos a aquellas instancias de las cuales no nos hubiese gustado salir jamás. Volver a ser niña otra vez, y sólo preocuparme de jugar, tan simple como eso, pero que me hacía feliz. Volver a ser niña para estar con Papá, oírlo llegar, sentarme en sus piernas y escuchar aquellas historias que con tanta frecuencia contaba. Volver a ser niña, sin la necesidad de tomar decisiones que afectaran mi tranquilidad. Y es en esto en donde me detengo, porque últimamente he estado expuesta a una infinidad de situaciones en donde no hubiese querido jamás tener que decidir que hacer. Hubiese preferido ser la niña y que otros decidieran por mí. ¿Por qué? Porque luego de actuar he cuestionado mi accionar, si fue lo correcto o erre. Pero en estos días aprendí que no importa cuantas veces me caiga, lo importante es que me puedo volver a parar, sacudir la mugre y continuar. Y lo mejor de todo es que no sola, porque está esa mano perfecta que no me deja ni por una milésima de segundo, y si permite que vuelva a caer, llorar y sufrir, es porque esta trabajando y moldeando mí forma de ser.

Dije Sí ...

Después de mucho tiempo, volví a conversar contigo de este tema, situación que creí tener bajo control, sin embargo su llegada desarmo toda la estructura que por algunos años llevaba junto a mi. En tan sólo unos instantes, cuando te pregunte, todo cambió. Mis noches se transformaron en un ir y venir de pensamientos, los que me intranquilizaban. Deje de dormir las horas suficientes, y por muy cansada que me encontraba, no lograba conciliar el sueño. Te fuiste apoderando de mis pensamientos y de mis horas de sueño. Situación que me desagradó, ya que no podía tener todo bajo control, y el sentirme vulnerable, sin manejar lo que estaba sucediendo me asustó. Nunca pensé que esto iba a cambiar el rumbo de mi vida, jamás imagine que una sola pregunta iba a provocar todo este caos en mi vida. No podía aceptar lo que estaba sucediendo, simplemente porque era ilógico. Siempre dije no cuando me preguntaban y ahora me cuestionaba esta respuesta. Fue estúpido y no quería que siguiera pasando, pero a medida que avanzaban los días ocurrían mas cosas inesperadas. Canciones en lugares insólitos, palabras en películas sin sentido, imágenes revoloteando con mayor frecuencia, en fin, nada tenía sentido. ¿Y tú, que hacías?, sólo guardaste silencio. ¿Porque cuando más necesitamos respuestas, no existe nada?, ¿porque cuando necesito que aclares mis dudas, te quedas en standby? Así fue pasando el tiempo y nuestras conversaciones, en relación al tema, más recurrentes, como así también los encuentros con él. Los que provocaban en mi una necesidad por querer verle o escucharle, y aún así, insistía en lo ilógico de mi actuar y sentir, algo que simplemente no quería vivir. Me negué lo que más pude a lo que estaba ocurriendo, haciendo caso omiso a las voces externas, y fui firme en mi decisión, ya que no quería volver a sentir lo que alguna vez me daño. Y si estaba en mis manos poder evitarlo, lo iba a hacer. Pero no fue así, sentía con intensidad y no pude evitarlo, tuve que aceptarlo e insistir en el tema contigo. Porque ya no sólo eran encuentros recurrentes, sino que estos se transformaron en encuentros llenos de emoción palpable, llenos de ternura y deseo, los que ansiaba. Ya no era algo que quería evitar, sino que algo que quería provocar, mientras mayor tiempo y contacto, mayor se hacía esta necesidad, y no tan sólo en mí, sino que en él también. Nos buscábamos, porque ya sabíamos donde podíamos encontrarnos. Me enrede en esto como una niña, llena de temores por lo que se podía venir, pero feliz por todo lo que me ocasionaba. Hasta que llegó aquel viaje, mi viaje, sola, me fui en busca de esa respuesta que por bastante tiempo guardaste silencio, y exigí poder escucharla. Allá, en medio de todo el alboroto que conlleva una convención, me desentendí del tema, lo olvide por completo, sin esperar algo, y me deje llevar por lo que tú querías que viviera. Caminaba en las noches, con una brisa agradable y buena compañía, en medio de risas y sonrisas. Pero llegó, y sin esperarla en ese instante la escuché con mucha atención, y en medio de lágrimas asomadas en mi rostro, fui comprendiendo lo que me estabas diciendo. No pensé que tus palabras sonarían con tanta delicadeza, y mas que eso, no pensé que me dirías si, a algo tan ilógico para mi. En medio de dudas por lo que estaba escuchando regresé, y eras tu quien esperaba de mi. Fue una semana intensa y con un corazón cargado de amor que ya no podíamos guardar. Y en una tarde calurosa, con música de fondo, temblorosa y temerosa, susurraste lo que tenía miedo escuchar, pero que ansiaba con vehemencia. Dije sí, al camino que juntos íbamos a transitar, dije sí, a este sentimiento, dije sí, a esto nuevo pero maravilloso que estaba sucediendo, dije sí, y nos abrazamos y con un beso puro sellamos este encuentro.